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jueves, 11 de junio de 2015

RECADO DE AGUA CLARA

RECADO DE AGUA CLARA




PARA LILA Y PARA NUESTROS HIJOS


Hoy le robamos a la calle un pedazo del día.
Hoy conversamos todos, más acá del salario.
Hoy nos miró el mantel, agradecido.

Hoy hemos regresado de lo ajeno,
acaso de lugares que jamás hemos elegido.
Hemos vuelto con diarios impresos en el rostro.
Y el mismo viejo espejo a todos nos ha visto.

Hoy salieron a vernos los retratos.
Y aquellos que ganaron un remoto descanso
parece que volvieron  para estar en la mesa.

Nuestros antiguos nombres saludaron de nuevo.
Y los humildes vasos nos brindaron su música.
Y la luz colgó cuadros en todas las paredes.




MUERTE Y LLANTO DE PIEDRA


(Sobre el frustrado itinerario
de Nilo Farfán Miranda)

Piedra es lo que te cubre,
piedra en largo silencio y en reposo de siglos,
callada piedra en  viaje sin brújula y sin puerto.
Piedra es lo que denuncia tu silencio inflexible.

!Fue tu vida tan suave!
Y tu muerte es de piedra ...
No un vuelo de palomas en retorno hacia el árbol,
ni alegres malabares de niños en las calles;
negra piedra de muerte es lo que cruza el aire,
y gritos como negros córceles desbocados.

Allá viene tu muerte en curva de meteoro,
patinando en el lomo de la tarde de una sábado.
En el aire hay decretos con rúbricas de piedras:
allá viene tu muerte, tu muerte apresurada.

Ahora, todos te lloran, 
más no con llanto acuoso de perlas desmayadas;
te lloran con un llanto de piedras en insomnio,
con un pesado llanto de dolor que se escapa.

Aquí, junto a tu muerte, nacerá una leyenda
escrita con perfiles venidos de La Luna.
Y estará tu memoria largamente tendida,
lo mismo que tu muerte, sobre un fondo de piedra.




EL AVIADOR SALUDA CON LA VIDA


Yo,
saludo izando el alma entre los dedos.
Y la niña que pasa
saluda con la risa y con los ojos.
Saluda la palmera cuando mueve
su colección de dóciles pañuelos.
El mar cumple un saludo en la ribera
y saludan las nubes con boínas de nieve.
El faro envía un saludo a las velas que llegan.

Saluda quien regresa de la dicha;
saluda el hombre triste con su pena.

Y tú,
aviador que quieres a tu pueblo,
no vas a saludarlo con la mano
ni le enviarás saludos en pañuelos.

El aviador saluda con la vida,
desde una fina línea, donde empiezan
los cordiales dominios de la muerte.

Los cuchillos de plata de tus alas
reparten los manjares de la tarde.
Pasas entre el asombro de las aves,
jinete de un corcel que nadie alcanza.

Tu motor raya el disco del segundo
pero, de pronto calla.
Y tú desciendes, por una línea vertical de asombros,
en las ancas de intrépida acrobacia.

Entonces,
la colegiala deja sus cuadernos
y el voceador detiene su carrera.
Acá, en la calle, ya no quedan ojos,
pues todos se marcharon hacia el cielo.

Te sostiene un aliento de relojes,
una tupida malla de miradas.

Resucita tu máquina
y vuelves a la altura galopando
por las pistas brillantes de la tarde.

Tu pueblo sabe que lo amas:
pisando en los estribos de la muerte,
el aviador saluda con la vida.



REGRESO HASTA MI PUEBLO


La ciudad era grande
y yo era un hombre pobre.
La ciudad era inmensa,
aún para los más grandes.
Pintadas las mujeres y pintadas las casas.

Había mujeres bellas;
los hombres, perfumados,
hombres de lino y seda,
de zapatos brillantes, donde tomaba asiento el sol,
arrastraban la noche sobre las avenidas.

Desde muchos lugares,
la música de radios se arrojaba a las calles.
Olía a perfumes, pinturas y exóticos tabacos.
Unas mujeres rápidas,
no sé si patinaban, danzaban o volaban.

Mi amor era muy grande;
mas, la ciudad, inmensa.
Ella a veces danzaba, patinaba o volaba.

Yo sé lo que es la pena de amar en la ciudad.
La ciudad no era mía,
la ciudad era de otros, 
la ciudad era de ella ...


Y VOY DICIENDO QUE LA VIDA ES BUENA


La vida es buena porque canta el mar
y porque el horizonte es una cuerda
que podemos saltar.
La vida es buena porque nuestras ansias
pueden morder la fruta de La Luna;
porque la estrella sirve para todos,
porque no tienen dueños los crepúsculos.

Porque hay ojos y voces y cariños
regados por el mundo,
yo me atrevo a decir: La vida es buena.

Por el aire y el sol y los caminos,
siempre debo decir: La vida es buena.

Por la tibieza matinal del lecho,
porque he amado y me amaron,
porque ofrendo mis versos cuando  quiero,
por todas estas cosas tan sencillas,
yo puedo repetir: La vida es buena.

Mas,
porque tú fuiste siempre algo lejano
y el hilo de mis ansias no te apresa,
porque tú pasas y mi pena queda,
porque estuve asomado
a la cerca que guarda tu parcela
y nunca hurté tus frutos olorosos,
por todas estas cosas,
yo quiero repetir:  La vida es mala.

Y sin embargo,
sin pretensiones de decir mi pena
y sin que intente convencer a nadie,
en un idioma de resignaciones 
voy repitiendo que la vida es buena.


LLAMADA URGENTE


Compadre,
amigo, 
camarada,
!Venga!
Ahora estoy esperando por usted.
Le escribo en los brillantes papeles de La Luna,
con tintas de una noche desmayada,
cuando todas las cosas se transforman:
los árboles, las casas, los caminos.

No demore, compadre.
Si no viene, 
la noche se volverá ataúd.
Atravesando el horno de la tarde,
en la cabalgadura de la noche
o por las altas pistas de los astros,
como quiera, compadre, pero llegue!

No muero, ni sollozo;
pero algo en mí se muere.
Se muere entre mis brazos una niña morena.
Quiero decir que muere en mi esperanza
una tímida niña
con una edad de pétalos;
con ojos, con pestañas, con cabellos,
que describir no puedo.

Se nos mueren los días,
las noches se nos mueren,
el amor que quisimos se nos muere.
Sin recetas, sin médicos, sin rezos,
las cosas que cuidamos se nos mueren.

No es hora morir,
pero algo muere.

Compadre, 
aquí lo espero,
entre esta deliciosa terapéutica
de café y cigarrillos
que nunca alcanzan a curar mi pena.

Aquí solo usted falta.
Aquí todo está listo:
una muerte obstinada que no quiere sentarse;
y los ceibos que lloran con suave llanto blanco
y el platanal que extiende sus flamantes pañuelos
y el cacto que ha ordenado silencio a los viajeros.

Compadre,
amigo
camarada,
!venga!
Filtrándose en el tiempo,
perforando la noche,
pisando los cordeles de las horas
o prolongando la ola;
destrozando porfiados calendarios,
despedazando el aire,
como quiera, compadre, pero venga!


Y YO NO SOY LA TIERRA


¿Usted ha contemplado, compadre, cuando arrancan
una mata de yuca?
¿Quién negaría, compadre, que la tierra se queja?
!Su clamor es tán hondo! Y yo pienso que abajo,
muy abajo,
sollozan los antípodas.

!Cómo sufre la tierra!
Y sangra, yo lo afirmo,
porque la sangre de la tierra es ese polvo
que va con las raíces.

!Cómo te quitan las raíces que estuvieron viviendo de sus senos!
Raíces muchachas todavía,
raíces adolescentes
o robustas raíces,
compadre, todas salen mientras la tierra sufre.

!Cómo vomita piedras y guijarros!  !Cómo queda!;
con oscuras e informes cavidades
y hondas desgarraduras.

No es que pare la tierra;
es que la operan con forceps y dolores.
Usted conoce el caso, compadre.
Considere que quiere arrancarme mi matita de yuca.
!Y yo no soy de la tierra!


BIOGRAFIA DEL PUEBLO


¿Cuándo miraste el pueblo luchando desde arriba?
Si alguna vez lo contemplaste así,
piensa que aquello fue como el regreso de un cometa.
El pueblo siempre tuvo los pies sobre la tierra,
la mirada derecha,
el pecho adelantado.

Su vestido, de tierra.
Tierra en el cofre de las uñas,
tierra en la dura geografía del pecho,
tierra en la abreviatura de las cejas,
tierra en el cortinaje de los párpados,
tierra en los labios y en la frase dura,
tierra en la tierra
y en el aire tierra.

El pueblo siempre estuvo mirando desde abajo.

Porque no tiene casas, las calles son del pueblo.
Porque no tiene tierras, son suyos los caminos.
Porque no tiene ropas, son suyas las banderas.
Porque no tiene lechos, sueña sobre un andamio.

No deja de nacer si faltan cunas.
no deja de crecer si falta altura.

El pan que come el pueblo lo extrajo de los surcos,
lo sacó de las minas,
lo engrasaron las máquinas.
Es un pan triturado por trenes que galopan.

El pueblo tiene sus propias alcancías:
de penas, injusticias y silencios.
Y cuando las perfora nace la libertad.

Pantalón,
camiseta,
y nada más.
Músculo,
corazón
y nada más.
Remiendos
y tabaco
y nada más.

Al pueblo lo conozco desde lejos:
su voz de trueno, su canción de mar.

Con diccionario propio,
con palabra directa
y con pulmón de cielo,
el pueblo se parece a los torrentes.

Pero no ha terminado de nacer.
Y lo he mirado algunas veces,
sobre un mantel de tierra, saboreando
su sopa de luceros y esperanzas.


VELORIO DE RUDECINDO LUNA

 

Horas de negras sarazas,
de sudores y lamentos.
En la oreja de la noche
el llanto ha puesto pendientes.

Pedazo de sombra espesa
bajo la caja mortuoria.

Serpentinas de tabaco
y un fuerte olor de aguardiente.
Los ojos se han vuelto mansos
hallándose con la muerte.

Velorio de Rudecindo,
cargador de Portoviejo.
El cuadrillero mayor
llora con un llanto grueso.

 Reloj de gallos y burros
afuera denuncian la hora.
Murió Rudecindo Luna
ayer, en la carretera.
En vano quieren los cirios
poner calor a su cuerpo;
el frío que tiene no existe
ni en un invierno del Polo.
Mañana estará viajando
en una chalupa negra
por rutas de calaveras.
Mañana estará cargando
la maleta de su muerte.

Tres campanadas descienden
de algún reloj somnoliento.

En su carroza dorada
la aurora tal vez se acerque,
con candelabros de planta
para poner en la sala.

Todos desean que la aurora
se detenga en algún cerro,
para no llevarlo pronto,
para verlo aunque sea muerto.

Velorio de Rudecindo.
Toda su vida ha cabido
dentro de esta caja negra.
Mañana estará viajando
en breve barco de cedro:
proletario liderado,
hacia puertos de silencio.

Mañana será el comienzo
de su domingo más bueno.
Mañana estará cargando
la maleta de su muerte.


CANCION DE LAS VOCES INFINITAS


El Sol, que es jornalero de todas las parcelas,
no duda que te quiero.
El Sol, que cuida frutos, espigas y simientes,
conoce que te quiero.
La Luna, que regresa
para vestir de ensueño a las colinas,
afirma que te quiero.
Las torres, que sorprenden angustias y vigilias,
denuncian que te quiero.

El mar graba en las rocas que te quiero.
Los mástiles que llegan entienden que te quiero.
Los faros, en el cielo, escriben que te quiero.

Pon el alma en la savia de los árboles nuestros
y escucharás que dice que te quiero
Y también los cocuyos, en sus dorados signos,
escriben que te quiero.

En las piedras, la lluvia expresa que te quiero.
Y el silencio total de los luceros
es un idioma nuevo
diciendo que te quiero.

Abandonan sus redes las arañas
y sueñan que te quiero.
Su crecimiento azul suspenden las auroras
y dicen en los cerros que te quiero.

Las guitarras padecen diciendo que te quiero.
Las golondrinas llegan y saben que te quiero.
Los aleros se inclinan al decir que te quiero.

Crecen los ríos y al filo de sus cauces
descubren que te quiero.

Amor, amor:
el tiempo reconstruye los muros de la noche
y con tiza de estrellas
escribe que te quiero.

Las rosas, los caminos,
las hierbas, los relojes
los animales niños comprenden que te quiero.

Hay un diálogo de aves
y secretos de brisa,
melancolía de lagos,
cosechas y canciones
sólo porque te quiero.

Los relámpagos gritan que te quiero.
Y hay fuego en los volcanes para copiar el grito.
Y se raja la tierra para un coro sin límites.
Y yo soy sólo un eco diciendo que te quiero.

***

Esta mañana están las golondrinas
haciendo un barrio oscuro en los aleros.
Para buscar un techo,
dejaron a las lluvias sus caminos.

Para formarse nidos.
vinieron desde lejos las viajeras.

Por algo debe ser que esta mañana
los aleros están llenos de nidos.

Yo quiero preguntar, pero te espero:
tu voz es un idioma de ternuras.

Y mientras llegas pienso.

Hay madera en los cerros que tú miras,
hay cañas sobre el dorso de los ríos,
hay frescura de cadi en tus parcelas.
Esta mañana están haciendo nidos
las breves golondrinas.

Por algo debe ser.
Preguntemos los dos a los aleros.


LOS CAMINOS


!Cómo pedirles más a los caminos!
!Cómo pedirles más si en sus petates
se acostaros los siglos!

La luna tuvo sueños de ramas al hospedarse en los caminos y hundieron las estrellas algún canto entre el polvo.

!Cómo pedirles más si por ellos pasaron
la inquietud y el cansancio,
la alegría y la pena,
la pobreza del hombre,
la esclavitud del asno!

!Sin edad y sin muerte,
sin vida y sin protesta,
sin cuna y sin sepulcro!

!Cómo pedirles más a quienes enlazaron los cerros
y están siempre desnudos,
bajo el sol unas veces,
otras bajo la lluvia.

!Cómo pedirles más si en sus piñuelas
inconclusas erranzas quedaron engarzadas!
!Cómo pedirles más si nunca descansaron!
Cómo pedirles más si nunca nos dijeron que se hallaban cansados.

!Cómo pedirles más si en ellos levantaron sus piras
las tardes del verano!
Más no les pedirían
los asnos,
ni los niños,
ni el hombre,
ni los cautivos frutos que por ellos pasaron.

!Cómo pedirles más
si los caminos forman cruces que van al infinito
y en sus maderos de ceniza
muchos cristos sangraron!

!Cómo pedirles más si por ellos pasaron
el amor y la muerte,
la vida y la esperanza!

Con todo el cielo a cuestas
allá van los caminos.

Sin frío y sin cansancio,
sin grito y sin plegaria,
allá van los caminos.

Allá van los caminos,
enfermos de infinito.

!Cómo pedirles más
si por ellos el viento fue cantando,
si sintieron lo lejos la canción de los ríos,
si sirvieron de atriles al canto de las aves.!

!Cómo pedirles más si ellos no piden nada!
Si soles invasores les clavaron sus lanzas,
si todos los inviernos los llenaron de llagas,
si siempre están cargados de cerros y de puentes.

!Cómo pedirles más a los caminos
si jamás sollozaron,
si ellos nunca estuvieron verticales.
 



4 comentarios:

  1. Hermosos poemas. Mi mamá, Vicha Carbo, se emocionó al encontrarlos.

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  2. Que lindos poemas de Don Horacio Hidrovo Velasquez, incluyan más poemas de èl , por ejemplo uno muy lindo llamado “lejana “

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  3. Maravilloso encontrarme con los poemas de mi bisabuelo aquí, gracias infinitas.

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