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sábado, 13 de junio de 2015

HOMENAJES Y COMENTARIOS A HORACIO HIDROVO VELÁZQUEZ

HOMENAJES Y COMENTARIOS 

A HORACIO HIDROVO VELÁZQUEZ

 

 

ELEGIA FRATERNAL


A HORACIO HIDROVO


Capitán del silencio la negra noche avanza,
tejiendo entre cristales tu sandalia de oro.

El volcán y la nube desmayó su palabra
y exequias infinitas el mar te canta solo.

Silencio en las estrellas tu brújula anda loca
ya hay un sabor de cobre que nos acerca el polvo.

El vino está suspenso ante la dama fría
y un alfiler dorado punzando está los ojos.

La noche tiene el signo borroso de tus astros,
dromedarios de luna levantan sus escombros.

Atrás viene la angustia cincelando su paso,
los diamantes azules se detienen en coro.

Y estás, Horacio, aquí, la faz tatuada en roca,
en un sentir eterno de paisajes remotos.

Perdido como un niño de su barca de juegos,
con luna entre las manos y entre los labios polvo.

La oblación sin remedio de su boca ha caido
y un silencio sin soles alarga negro hisopo.

La arena muerde a gritos de sus sales y espumas
tu nombre hecho cenizas y la luz de tu rostro.

El punto de equilibrio suspenso está en el mito
y el pecho canta claro este dolor redondo.

Encontraste tu barco, capitán del ensueño.
Iza tu vela al viento que hay mil cristales rotos.

Nota:  El poeta guayaquileño, Jorge Pincay Coronel, autor de esta elegía, mantuvo una estrecha amistad con Hidrovo Velázquez.











                                                                                                                  Guayaquil, 8 de mayo de 1962

Sra. Dña.
Lila Peñaherrera viuda de Hidrovo
Portoviejo

Muy apreciada amiga:

Quiero hacer llegar a Ud. y a sus hijos, Luz María, Horacio y José el sentimiento de mi profundo pesar  por la desaparición de uno de los más queridos y más respetados amigos que tuve en la tierra manabita, don Horacio Hidrovo Velázquez.

Raras veces se producen en un país varones de tan alta calidad humana como Horacio Hidrovo.  Era un auténtico señor de la cultura, un convencido del ideal democrático, un luchador tenaz por los intereses de la provincia que lo vió nacer, pero por sobre todo ellos poesía una recía contextura moral, caso de excepción en la época en que vivimos.

Inútil que pretenda hablar de su obra por todos conocida y de la bella y clara poesia que produjo.  Inútil, también, que quiera enviarle a Ud. y a sus hijos frases de consuelo ante tran tremenda pérdida sufrida.  Pero estoy cierto que al pasar de los días y cuando más hondo sea el vacio que él ha dejado en el hogar prevalecerá también el recuerdo  de lo que significó su existencia, del aporte invalorable en su tránsito fugaz por la tierra y ese recuerdo será la mejor herencia y el mayor consuelo para Uds.

Especialmente le ruego que transmita mi emocionado recuerdo a Horacio, digno continuador de las ideas de su padre.

Con sentimiento de consideración y estima, me suscribo de Ud.

Muy atentamente.

Rául Clemente Huerta








Guayaquil, abril 28 de 1962


Querido Horacio Junior:

Contigo -hoy y siempre- en el dolor que azota a las Letras patrias con la partida de tu admirable padre.  Sabes bien -quizás debes saberlo- cuánto hemos querido todos, y cuánto le hemos respetado, a Horacio Hidrovo Velázquez, gran poeta, gran novelista, gran maestro, gran ciudadano, GRAN AMIGO.  Su pérdida nos resta algo a todos.  Y no lo lloramos, no; porque como diría el inmortal soneto de Vera: "... no hay llanto, pero no hay sonido/ para su verde corazón dormido/ para su frente pura de arquitecto".  No lo lloramos digo, pero cómo añoramos su sombra-luz cantando en el amor, besando la dura cruz del Pueblo.  HORACIO ES.  Y eso nos salva lágrimas inútiles.

Te envio tres ejemplares de LA SEMANA 121.  Allí: tu nota sobre el libro de Carmela, un noble e intenso escrito de Garcés Larrea sobre tu noble padre y un sentido y justiciero Acuerdo de este Núcleo por su sensible deceso.  Además:  un hermoso poema de Vicente Espinales para H.

En mayo entra esta imprenta en vacaciones.  Así, LA SEMANA saldrá -la próxima- dentro de algún tiempo.  Veré de colocar allí tu otra nota sobre el inolvidable Ledesma Vásquez.  Gracias por tus envios.  Síguelos remitiendo.

Y hasta siempre, hermano mío.  Humberto Salvador, que admiraba y quería hondamente a tu padre, me encarga darte su conmovido pésame.  Lo mismo me encarga mamá:  un pésame para tí y todos los tuyos.

Con mi afecto fraterno, soy tu colega.

Ileana Espinel Cedeño.

P.D.- El domingo pasado ofrecí, por "VIDA PORTEÑA", un homenaje para tu papá.  Recité, en él, varios bellos poemas de "RECADO DE AUGA CLARA".











Guayaquil, 21 de abril de 1962

Sr. Lc. D.
Horacio Hidrovo Peñaherrera,
Portoviejo.

Muy apreciado amigo:

Al estrechamiento espiritual que en torno de su familia ha motivado la muerte de su ilustre padre, uno mi profundo sentimiento que lleva la calidez no sólo amistosa, sino fraternal, hacia Ud. y sus queridos.

Extiendo mi abrazo a Pepe -compañero de estudios- con la seguridad de que en mucho habrá de consolarlos la diaria y leal imitación de los ejemplos que en tantas actividades vitales, vuestro padre dejara con toda explendidez.   Y que no abandonarán el pensamiento de que para los grandes, en verdad, morir significa vivir.

Con especiales sentimientos de amistad, queda a sus gratas órdenes, atento servidor.



Ignacio Carvallo Castillo









EL GOBIERNO NACIONAL CONDECORA AL GRAN POETA,

NOTABLE NOVELISTA Y PRESTIGIOSO CATEDRATICO

HORACIO HIDROVO VELÁZQUEZ


Tan alta distinción constituye un acto de noble justicia.

CARLOS JULIO AROSEMENA MONROY
Presidente Constitucional de la República

CONSIDERANDO:

Que el señor don Horacio Hidrovo Velázquez, distinguido poeta, prestigioso educador y novelista ecuatoriano, ha consagrado sus nobles y desinteresados esfuerzo en bien de la cultura de nuestro país.

Que es deber de los Poderes Públicos reconocer y estimular el mérito personal y las altas cualidades que adornan a tan distinguido educador,

DECRETA:

Art. 1o.- Confiérase la Condecoración de la Orden Nacional "Al Mérito" en el Grado de Oficial, al señor don Horacio Hidrovo Velázquez;

Art. 2o.- Encárguese de la ejecución del presente decreto el señor Ministro de Educación Pública, Encargado de la Cartera de Relaciones Exteriores.

Dado en Quito, el 31 de Enero de 1962.

(Tomado de la Revista La Semana, de la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas, en la edición del sábado 10 de febrero de 1962)

Nota:
Horacio Hidrovo Velázquez no pudo asistir al acto masivo que se realizó en le Teatro El Recreo de la ciudad de Portoviejo, por razones de salud.  Falleció ocho días después de la Condecoración que le entregó el doctor Gonzalo Abad Grijalva, Ministro de Educación Pública.









Guayaquil, 26 de mayo de 1962

Señor:
Horacio Hidrovo
Portoviejo.

Recordado amigo:

Qué duro me va a ser, cuando viaje por tu provincia, descender de un ómnibus y pisar las calles de Portoviejo.  Claro... Portoviejo está allí: no se ha movido; tiene las mismas casas y las mismas calles; veré volar ese marco de golondrinas que dan el sabor exacto al agridulce aire portovejense que hablan del perfumado aire de los tamarindos.   Pero, para mí. Portoviejo no puede ser la misma ciudad.  Es como un altar vacio.  Tal vez mejor, como la pasta de un libro cuyas páginas ya no existen.  Y el altar vacío -no sé- no nos invita a orar.  Y el libro sin las páginas no es más que la frustración de una lectura.  No te parece, Horacio?

Y eso y nada más es  para mí -y lo será hasta que muera- tu tranquila ciudad.  Qué quieres, Horacio?... Los viejos somos así.  Muy apegados a lo nuestro.  Y en cada nombre que se nos cae de la presencia, es como si nos muriéramos un poco nosotros mismos y no quisierámos resucitar.  No puedo explicarme el concepto Portoviejo sin el alma de ese concepto: tu padre.  Es tal la admiración que he sentido por él que, aunque te parezca mentira el viejo puerto del cielo y de la tierra, ha partido para no volver, el mejor de sus marinos.  Dificilmente podrá tu disminuida ciudad, aumentarse hasta la realidad vital de tu padre.  Si es exageración, perdóname?  Pero así lo siento, así lo digo, así lo escribo.

Ayer, no más, me parece que caminando -Sancho sin rucio- iba yo junto a ese Don Quijote maravilloso que fue Horacio Hidrovo Velázquez, mirando de casa en casa y de rehendija en rehendija, la belleza muda de las cosas que tan sólo él podía sentir y explicar.  Me enseñó la historia de los árboles, me ilustró acerca de la geometría, de la aerometría dibujada de los millares de golondrinas que hay en camino a Andrés de Vera, y junto a este conjunto de cosas que para mí han comenzado a vestirse de tiempo en gris mayor, la voz suave, la palabra profunda y la musicalidad de ese poema vestido de hombre que fue tu padre.

Ah, cuánto me ha dolido su muerte!

 yo que pensaba haber pasado en Portoviejo y en Manta la Semana Mayor.  Felizmente no, no pude hacerlo.  Cuán duro hubiera sido para mí, encontrarme con el Horacio que ya creía recuperado y alegre, con el otro: con el que me alegro no haber visto: con el Horacio en un ataúd.  Y al decirte me alegro, no miento.  No podré imaginarme nunca cómo estuvo Horacio en su viaje final... Mejor verlo caminando junto a mí, hablándome de proyectos para su pueblo, sus anhelos de mundo renovados y mejores y como para hacer paréntesis a todo, retomar siempre a su leit motiv de las golondrinas.

Y basta por ahora.  Para finalizar te diré que sin ser de los que creen en supersticiones, tendré no miedo, pero rencor, pero resentimiento, con la Seman Santa.

Jueves Santo de 1961... Despidiéndose horas antes, partió David Ledesma Vázquez.

Jueves Santo de 1962... con una despedida previa, despedida de cinco años antes... "adiós, Paco Delcasty..." (Recuerdas el poema?) se marchó para sentirme más aspero en mi inveterada aspereza, uno de los hombres que más he admirado en mi vida, uno de los poetas a quien no se le ha hecho justicia, uno de los novelistas olvidados de un lado por no ser de las "grandes ciudades".  A un hombre que fue eso:  un hombre.  A un hombre que fue más que eso:  un Río, una provincia, una patria y una humanidad HORACIO HIDROVO VELÁZQUEZ.

Hazles presente a los tuyos la auténtica aspereza de mi dolor.  Y tú. si quieres ser grande, sigue hasta donde más puedas, el luminoso camino de tu padre.  Así honrarás su memoria y te engrandecerás a ti mismo ante ti y ante los hombres.

Sinceramente,

Francisco Delcasty







ELEGIA PARA HORACIO HIDROVO


Una larga agonía, como la agonía de nuestro pueblo.  Una larga agonía paradójica, que lleva a la vida y no a la muerte.

En el caso de nuestro pueblo, porque está muriendo aquello que lo matas; y morirá absolutamente a manos del mismo pueblo; digo  la herencia feudal del colonialismo español, el neocolonialismo de los yanquis; el domino político de las oligarquías.

En el caso de Horacio Hidrovo, en gran medida porque es el pueblo, parte del pueblo.  (Digo bien si digo es y no digo era).  Y porque su obra echa raíz en el pueblo, en la lucha entre la muerte y la vida del pueblo.  Decir su obra no es referirse solamente a lo que escribió.  Los hombres de la fibra de Horacio Hidrovo hace a su obra fundamentalmente viviendo, escogiendo una manera de vivir.

Si alguien quisiera separar la vida de la obra de Horacio Hidrovo haría necedades.  Desde luego, conocemos a gentes que escriben de un modo y viven de otro. No podemos ni queremos olvidarlos.  Cómo tampoco olvidamos a los hombres, nada menos que todos unos hombres, que han vivido, escrito, hecho todo de un solo modo; el modo de la dignidad humana, de la ligazón, de la participación en la vida, en la lucha y la obra del pueblo, como Horacio Hidrovo.

Poesía es una manera de decir canción.  Y Horacio Hidrovo cantó su canción, canción del pueblo.  Dijo su canción para el portero y para la barrendera; para el pescador y el obreso; para el campesino y el estudiante.  Dijo, cantó lo que ellos querían cantar, acaso lo que ellos cantaban en sus soledades.  !Soledad!  Las soledades están llenas de recuerdos, de penas, de alegrías, de tristezas, de sufrimientos, de esperanzas.  Así como los silencios están llenos de rumores y de bullas equilibradas.  !Las soledades!.

Decimos, discretamente, que estamos solos cuando nos abandonan aquellos a quienes amamos.  Y de esas soledades estuvo llena la vida de Horacio Hidrovo, la abandonaron muchos, muchas veces.

La única que le fue fiel la pobreza.  Una digna pobreza llevada con dignidad porque prevalecía a consecuencia del rechazo del bienestar ofrecido a cambio de la claudicación.  Así fue su vida fuerte, su entereza.  Su entereza hasta la muerte.

Amaba a las masas del pueblo ecuatoriano y a los paisajes del pueblo ecuatoriano.  Sobre todo a la tierra y a los hombres de su Manabí.  Y nos trasmitía su amor, nos hacía que también los amáramos.  Decimos:  Gracias, Horacio, porque nos enseñaste amar mejor a esta parte del pueblo ecuatoriano, del pueblo de la América Latina.

A última hora "las altas esferas" se acordaron de rendirle justicia.  Decimos este decir sabiendo que no es mas que un decir.  Porque el único que tiene derecho para hacer la justicia a Horacio Hidrovo es el pueblo; puesto que el era del pueblo, pertenecía al pueblo, por su voluntad, por su anhelo de vivir.  Y, al pueblo no le hará justicia nadie más que el propio pueblo.

Quisieron hacer la comedia del reconocimiento a la vera de su tumba.  !Paparuchas y comedias grotescas!  !Condecoraciones a un maestro!  Meses y meses; no pagan los salarios a los maestros mientras los maestros viven.  Años y años le regatean  la atención a su salud robándoles sus derechos.  Años y años le persiguen, le acosan, le hambrean, le encarcelan, le calumnian, azuzan a las jaurías contra él.  Le niegan el papel para su canto, el pan para sus hijos, el bálsamo para su dolor, la paga para su trabajo.  Y luego, en pompa, a propaganda fragosa, una medallita.  !Que va"  La gloria que quiere llevar el burócrata es la que la gran prensa diga que le otorgó una medallita a Horacio Hidrovo.

La medallita llegón manchada, maculada.  Mácula sobre el limpio pecho de Horacio Hidrovo.  Venía con la mácula de la ruptura de la amistad de un gobierno con Cuba.  De un gobierno, porque el pueblo del Ecuador mantiene y fortalece su amistad histórica, históricamente combativa por la Independencia Nacional, contra el feudalismo Colonial español y contra el neocolonialismo yanqui, desde la época de Francisco Calderón, a través de Alfaro y Maceo, hasta Fidel y nuestro pueblo.  Y, Horacio Hidrovo, parte del pueblo ecuatoriano, de la mas limpia parte, de la parte insobornable, los comunistas; Horacio Hidrovo no rompió su amistad para con la Revolución Cubana, para con  el pueblo Cubano, para con el Gobierno revolucionario cubano; sino que la acrecentó:  la acrecentó en la lucha y en la esperanza de las prontas transformaciones radicales de la sociedad ecuatoriana, de la toma del Poder Político por el Pueblo Ecuatoriano.

Por todo eso, Horacio Hidrovo es vivo como es vivo el pueblo; es inmortal como es inmortal el pueblo; es invencible como es invencible el pueblo.

Aún sobre la obligación de existir agonizando.  Aún sobre el hambre, la enfermedad y la ignorancia impuesta a bayonetazos.

Aún sobre la muerte.

E. Gil Gilbert
Abril, 10962.

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