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martes, 20 de octubre de 2015

BERNARDO ROMERO HIDROVO

POR QUÉ SE ESCRIBIÓ EL LIBRO 

"POR LOS NIÑOS: ADÓNDE SEA"

                                                                                      De Bernardo Romero Hidrovo


A comienzos de 1998, el estado ecuatoriano atendía a 9 de cada 100 niños menores de 6 años, en las poblaciones rurales y urbano-marginales.  El único país de América que atendía peor a esa población, era Haití, con 7 de cada 100.  Dentro del desorden de la época en el estado, un cúmulo de mentes, lideradas por la doctora Susana Araujo Grijalva, había bosquejado un plan de acción para incrementar la atención a los niños de las edades y procedencia señaladas. De las posibles fuentes internacionales de crédito público, se consiguió que el BID otorgue un préstamo de 50 MDD para ejecutar un conjunto de proyectos -lo que en lenguaje de Proyectos de Inversión, se denomina un Programa- que consiga mejorar la atención a esa infancia, hasta 21 de 100, en un lapso de 5 años.

Así nació, en marzo de 1999 el Programa NUESTROS NIÑOS, a la orden directa del Ministerio de Bienestar Social y monitoreado por el BID,  que pretendía arreglar la situación, enfocándose en los siguientes campos;  (1) Mejorar las modalidades existentes de atención a infancia y desarrollar nuevas para ampliar la cobertura de la población descrita. (2) Mejorar el trato a esa infancia por 2 vías:  (2.1)  Capacitar a las madres comunitarias en el cuidado, formación, enseñanza y trato a los niños en los Centros Comunitarios de Desarrollo Infantil (CCDI)  (mal llamados guarderías) y (2.2)  Mejorar la infraestructura física de los CCDI existentes y construir nuevos, en dónde fuere necesario.   (3) Fortalecer a las instituciones públicas encargadas de la atención a esa población, en ese entonces INNFA (Instituto Nacional del Niño y la Familia), ORI (Operación Rescate Infantil) y PRONEPE (Proyecto Nacional de Educación Pre-escolar).

Para resolver 2.2 el Ministro de Bienestar Social de la época. designó al arquitecto Carlos Vásquez Andrade, previa aceptación del Delegado del BID en Ecuador, como Coordinador de Infraestructura.

Bernardo Romero Hidrovo, portovejense radicado en Guayaquil, ingeniero civil, a la sazón con más de 10 años de experiencia en la construcción y el mantenimiento de obras civiles, fue llamado por el arquitecto Vásquez para integrar un equipo de cinco personas, él incluido, que se encargaría de visitar todos los centros infantiles -de las 3 instituciones mencionadas, existentes en el país para atender a la población descrita- para conocer las necesidades particulares de cada uno y ponerlos a punto para que nuestros niños puedan ser tratados de la mejor manera, cumpliendo con los estándares internacionales de calidad, de ONU, OMS y UNESCO.  Los otros integrantes del equipo fueron:  Teddy Alcivar Intriago, portovejense, arquitecto, Ricardo Tapia Peña, cuencano, arquitecto, Vicente Guijarro Villacrés, riobambeño, ingeniero civil.  Con el paso del tiempo, el equipo fue reforzado con el arquitecto Alfonso Cevallos Romero, quiteño de origen zarumeño, que dentro del Programa NUESTROS NIÑOS, pasó del sector de Comunicación del subcomponente de Ampliación de Cobertura al subcomponente de Infraestructura, por pedido expreso del arquitecto Carlos Vásquez.

En tal virtud, nos tocó recorrer todo el país para valorar in situ las condiciones de todos y cada uno de los CCDI, en los sectores rurales y en las zonas urbano-marginales, a los que llegamos en avioneta, camioneta, SUV, caballo, canoa, panga y a pie.  Se visitó todas las provincias a excepción de Galápagos y llegamos a muchos de los sitios más alejados de los centros urbanos.  Así divididos en dos equipos y supervisados por arquitecto Vásquez, se visitó más de mil ochocientos CCDI y se intervino -mejorando completamente las condiciones de la infraestructura física- en algo más de mil quinientos de ellos, en los 6 años que duró el Programa NUESTRO NIÑOS y se logró una cobertura de hasta 35/100 niños menores de 6 años, es decir, se superó todas las expectativas.

En uno de los primeros recorridos, que incluía las provincias de Pastaza y Morona Santiago, haciendo dupla con Ricardo Tapia, hubimos de juntarnos con Carlos Vásquez, nuestro jefe y Alfonso Cevallos, que vino enviado por el subcomponente de Comunicación para observar nuestro trabajo y acompañarnos en nuestro recorrido.  Así fue como uno de esos días, nos tocó visitar un CCDI que se encontraba en la parroquia Zúñag, a la que no se podía acceder por vehículo motorizado, como a muchos otros de los sitios que nos tocó llegar y que motivó la escritura de una de las crónicas reseñadas en el libro "Por los niños adonde sea", ISBN n0  9978-42-456-3.  Las demás crónicas del libro, cuentan sucesos de Arajuno en Pastaza y Coca, la capital de Orellana.

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